
La inevitable realidad de la muerte nos insta a reflexionar sobre la fugacidad de la vida y nuestras diversas formas de afrontar la pérdida.
Mientras algunas culturas la ven como una transición natural, la filosofía oriental abraza la idea de que es simplemente una etapa más en el ciclo de la existencia.
En medio de las incógnitas que rodean este destino inevitable, recientes investigaciones de la Universidad de la Columbia Británica revelan un asombroso hallazgo: el último sentido que perdemos antes de partir es el oído.
Científicos, liderados por la Dra. Elizabeth Blundon, monitorearon la actividad cerebral de pacientes en sus últimos momentos utilizando electroencefalogramas (EEG), descubriendo que aún podían oír incluso al perder la conciencia.
Este estudio se suma a investigaciones previas, como la del Dr. Sam Parnia en 2017, que observó actividad cerebral mínima en pacientes con experiencias cercanas a la muerte.
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Parnia sostiene que la muerte es un proceso más que un momento repentino, con actividad cerebral persistente hasta tres minutos después de que el corazón y los pulmones cesan.
Aunque el misterio persiste sobre si la persona es consciente de su propio final, Parnia afirma que sí lo es.
En este contexto, se destaca la importancia de acompañar a los moribundos con palabras de amor y afecto, facilitando así que den su último respiro con serenidad.
Este inesperado descubrimiento sobre el sentido del oído al final de la vida plantea nuevas preguntas y reflexiones sobre nuestra comprensión de la muerte.