El Museo del Louvre volvió a abrir sus puertas este miércoles, tres días después del impactante robo de ocho joyas valuadas en más de 100 millones de dólares, un suceso que ha reavivado el debate sobre la seguridad en los museos de Francia.
Las autoridades continúan la búsqueda de los cuatro individuos responsables del asalto, ocurrido el domingo en la famosa galería de Apolo del museo más visitado del mundo. La operación, que duró apenas ocho minutos, ha generado fuertes cuestionamientos sobre las medidas de protección del recinto, que el año pasado recibió a nueve millones de visitantes, en su mayoría extranjeros.
El presidente francés, Emmanuel Macron, ordenó este miércoles “acelerar” el fortalecimiento de la seguridad en el Louvre. Según la vocera gubernamental Maud Bergeon, ya se estaban aplicando acciones preventivas, pero el mandatario solicitó intensificarlas de manera inmediata.
El robo se produjo poco después de la apertura del museo, cuando un grupo de cuatro personas utilizó un montacargas estacionado bajo un balcón. Dos de ellos ascendieron y, empleando una sierra radial, lograron ingresar por una ventana. Sustrajeron nueve joyas, entre ellas una diadema de perlas de la emperatriz Eugenia y un conjunto de collar y pendientes de zafiros de la reina María Amelia. Durante la huida abandonaron una de las piezas: una corona.
El ministro del Interior, Laurent Nuñez, informó a los medios franceses CNews y Europe 1 que la investigación “avanza con rapidez” y que más de un centenar de agentes están asignados al caso.
De acuerdo con la fiscal de París, Laure Beccuau, los delincuentes obtuvieron el montacargas mediante “un falso contrato de alquiler para una supuesta mudanza”. Un empleado de la empresa arrendadora llegó al sitio y se topó con dos hombres que lo intimidaron, aunque no ejercieron violencia física.
El departamento de conservación del museo calculó las pérdidas en 88 millones de euros (equivalentes a 102 millones de dólares). Beccuau calificó la cifra como “impresionante”, aunque aclaró que no se trata de daños al patrimonio histórico. También advirtió que los ladrones no obtendrán ese valor si deciden fundir las joyas, pues “sería una pésima idea”.