
Fashion Show, Catwalk Runway Show Event. Detail of lined up rear view, fashion models.
La industria de la moda se posiciona como la segunda más contaminante del mundo, y esta realidad impactante se refleja de manera evidente en el regalo navideño por excelencia: la vestimenta.
Sorprendentemente, la mitad de los obsequios navideños terminan sin ser utilizados.
En el contexto actual, donde la moda figura como la segunda industria más perjudicial para el medio ambiente, las repercusiones ambientales son motivo de gran preocupación.
Según datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, la producción textil devora anualmente 93 mil millones de metros cúbicos de agua y contamina los océanos con medio millón de toneladas de microfibras, superando las emisiones de carbono generadas por vuelos y envíos internacionales.
Este problema se agrava durante las festividades navideñas, con un aumento del 30 al 40 por ciento en la compra de ropa.
Para contrarrestar los impactos de la moda rápida, es crucial fomentar la educación ambiental y concienciar a los consumidores acerca de las consecuencias de sus elecciones.
En busca de soluciones innovadoras, algunas marcas de primera categoría están utilizando materiales como piña, caña o mezclas de madera para fabricar textiles más sostenibles.
La reutilización y la prolongación de la vida útil de la ropa surgen como alternativas efectivas para reducir el impacto ambiental, pero se destaca la necesidad de crear consumidores responsables que cuestionen el origen de su vestimenta.
A pesar del crecimiento en la popularidad de la ropa de segunda mano, persisten desafíos culturales y económicos. La iniciativa de Alejandro de la Cruz Rodríguez, fundador de Old Youth Market, aboga por una cultura de compra centrada en la calidad y la durabilidad como una solución clave en este contexto.