
Las relaciones entre India y Pakistán atraviesan un momento crítico debido a una serie de ataques que han causado la muerte de al menos tres civiles en territorio pakistaní y han puesto a una zona fronteriza al borde de un enfrentamiento armado.
En la madrugada del miércoles, India ejecutó la denominada Operación Sindoor, una ofensiva con misiles dirigida a nueve supuestos «objetivos terroristas» situados en Pakistán y en la parte de Cachemira bajo control de Islamabad. De acuerdo con el gobierno indio, esta acción fue una represalia por el atentado del 22 de abril en Pahalgam, donde fallecieron 26 personas, en su mayoría turistas hindúes, y que Nueva Delhi atribuye a grupos como Lashkar-e-Taiba y Jaish-e-Mohammad.
Las autoridades indias afirmaron que se trató de ataques «precisos y proporcionados», evitando dañar instalaciones militares o ingresar al espacio aéreo de Pakistán. Sin embargo, Islamabad rechazó esta versión.
Por su parte, el ministro de Defensa de Pakistán, Khawaja Asif, confirmó la muerte de tres civiles, entre ellos un menor de edad, y denunció que los bombardeos indios afectaron únicamente a zonas civiles, incluyendo dos mezquitas. El gobierno pakistaní condenó la acción como un acto de «cobardía» y advirtió que responderá «cuando y donde lo considere necesario».
Horas más tarde, India acusó a Pakistán de haber lanzado fuego de artillería sobre las regiones de Bhimber Gali y Poonch-Rajauri, en la Cachemira india, lo cual sería una violación del acuerdo de alto el fuego firmado en 2021. Según Nueva Delhi, la respuesta india fue «medida y proporcional».
Ambos países han incrementado su nivel de alerta militar, lo que ha elevado el temor a una nueva escalada entre dos naciones con capacidad nuclear y un historial de enfrentamientos.
La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la situación. Desde Estados Unidos, el presidente instó a ambas partes a ejercer moderación y a reanudar urgentemente el diálogo diplomático.