
El director del Buró Federal de Investigaciones (FBI), Christopher Wray, anunció que dejará su puesto cuando termine la actual administración en enero, poco antes de que Donald Trump asuma nuevamente la presidencia. En un mensaje enviado al personal del FBI el miércoles, Wray explicó que su decisión busca evitar que la institución quede atrapada en disputas políticas.
“Tras reflexionar durante semanas, he llegado a la conclusión de que lo mejor para la Oficina es permanecer hasta el final de esta administración en enero y luego presentar mi renuncia», declaró Wray. Agregó que su prioridad es mantener el enfoque en la misión principal del FBI: el servicio esencial que brinda a los ciudadanos estadounidenses.
Wray, un republicano designado por Trump en 2017 tras la destitución de James Comey, ha enfrentado diversos retos a lo largo de su mandato. Entre ellos, la investigación sobre la interferencia rusa en las elecciones de 2016 y el allanamiento a Mar-a-Lago en 2022, que resultó en cargos contra el expresidente. Según Wray, su salida permitirá que la agencia continúe su labor sin distracciones generadas por conflictos políticos.
«Esta decisión es la mejor manera de proteger a la Oficina de involucrarse aún más en disputas políticas y de reafirmar los valores y principios fundamentales con los que realizamos nuestro trabajo», añadió.
Donald Trump, presidente electo, ha expresado su intención de nombrar a Kash Patel como nuevo director del FBI, un cargo que tradicionalmente tiene un mandato de 10 años. En una reciente entrevista, Trump mostró su descontento con Wray y comentó: “No estaba satisfecho con él… Quiero a alguien que ponga en orden la oficina”.
Aunque Trump aseguró que no dará instrucciones al FBI para perseguir a sus opositores, señaló que Patel, conocido por su lealtad al expresidente, actuará “según su criterio”. Este posible nombramiento ha generado inquietud entre expertos que advierten sobre un riesgo de mayor politización en la agencia.
El liderazgo de Wray ha reflejado la creciente desconfianza de algunos republicanos hacia el FBI, que históricamente se percibía como una entidad conservadora. Desde la irrupción de Trump en la política en 2015, sectores del Partido Republicano y medios conservadores han señalado al FBI como parte de un «Estado profundo» opuesto al expresidente. Aunque gran parte del trabajo de la agencia es ajeno a la política, los casos relacionados con Trump han monopolizado la atención pública, intensificando la polarización y poniendo en entredicho su imparcialidad.