
En Papúa Nueva Guinea, un deslizamiento de tierras la semana pasada sepultó a más de 2,000 personas, según estimaciones del gobierno, que solicitó ayuda internacional para las labores de rescate.
El Centro Nacional de Catástrofes de Papúa Nueva Guinea informó en una carta a la ONU que el deslizamiento de tierras causó graves daños a edificaciones y cultivos, afectando significativamente la economía del país.
El suceso ocurrió en la aldea de Yambali, situada en una ladera en la provincia de Enga, cuando parte del monte Mongalo colapsó alrededor de las 3 a.m. del viernes. Más de 150 casas quedaron enterradas bajo escombros de hasta dos pisos de altura. Equipos de rescate han escuchado gritos bajo tierra.
«La situación sigue siendo inestable con el deslizamiento avanzando lentamente, poniendo en riesgo a rescatistas y posibles sobrevivientes», añadió el Centro Nacional de Catástrofes.
La principal carretera hacia la mina de oro de Porgera quedó bloqueada, según la carta dirigida a la oficina del coordinador residente de Naciones Unidas en Port Moresby.
Tras más de 72 horas del deslizamiento, los residentes intentan rescatar a los atrapados usando herramientas manuales y sus manos, tratando de superar escombros de hasta ocho metros de profundidad.
La ayuda ha sido lenta debido a la remota ubicación y a un conflicto local, lo que ha obligado a los trabajadores humanitarios a viajar escoltados y regresar por la noche.
Un funcionario de la ONU señaló que los enfrentamientos tribales han retrasado la llegada de ayuda humanitaria y maquinaria pesada. Hasta ahora, solo seis cuerpos han sido recuperados.
La comunicación con otras partes del país es difícil debido a la recepción irregular y la falta de electricidad. Muchas personas no saben dónde estaban sus seres queridos al momento del deslizamiento, ya que es común que los residentes se queden con amigos y familiares.
El primer ministro James Marape está en la capital, Port Moresby, preparándose para el regreso del Parlamento el martes, donde enfrentará una moción de censura.
Papúa Nueva Guinea, con uno de los climas más húmedos del mundo, enfrenta un mayor riesgo de deslizamientos debido a los cambios en los patrones de lluvia asociados con el cambio climático. Las recientes lluvias intensas podrían haber provocado el alud.
Serhan Aktoprak, jefe de la misión de la agencia de la ONU para las migraciones, advirtió que la lluvia, la inestabilidad del terreno y la corriente de agua hacen que sea extremadamente peligroso retirar los escombros, y más de 250 casas han sido abandonadas. Alrededor de 1,250 personas han sido desplazadas.
Algunos residentes locales se oponen a la entrada de maquinaria pesada, ya que interrumpe el luto.
La esperanza de encontrar sobrevivientes es mínima, según los testimonios locales, y estimar el número de víctimas es complicado debido a que muchas personas habían huido a la zona por la violencia tribal en años recientes, señaló Nicholas Booth del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
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