
El Día Mundial del Riñón se conmemora cada segundo jueves de marzo, y en 2025 tiene lugar este 13 de marzo. Esta iniciativa, que comenzó en 2006, fue impulsada por la Sociedad Internacional de Nefrología (ISN) y la Federación Internacional de Fundaciones Renales (IFKF), contando con el respaldo de diversas organizaciones y especialistas en salud renal, diálisis y otros tratamientos relacionados.
A nivel mundial, el 10% de la población padece enfermedades renales crónicas, pero muchas personas no son conscientes de su condición hasta que la enfermedad se encuentra en una fase avanzada, cuando las opciones de tratamiento se limitan a la diálisis o el trasplante de riñón.
El objetivo del Día Mundial del Riñón es concienciar a la población sobre la importancia de la detección temprana, lo que permite tomar medidas oportunas para frenar la progresión del daño renal o, en algunos casos, evitarlo por completo.
Cada año, la conmemoración se enfoca en un mensaje clave. En 2025, el lema es:
«¿Están bien tus riñones? Detección temprana para proteger la salud renal».
La insuficiencia renal es una afección grave, ya que los riñones cumplen la función de filtrar toxinas y desechos del organismo a través de la orina. Si este proceso falla, las toxinas se acumulan en el cuerpo, lo que puede tener consecuencias potencialmente mortales.
Además, los problemas renales aumentan el riesgo de infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares, ya que la sangre no se depura correctamente y puede contener niveles elevados de colesterol y otros residuos perjudiciales.
La identificación de problemas en los riñones es un procedimiento sencillo. Un análisis de sangre y orina permite evaluar su funcionamiento. Si los valores obtenidos están fuera de los parámetros normales, se recomienda realizar estudios más detallados.
Cabe destacar que resultados alterados no siempre indican un problema renal, ya que pueden estar relacionados con infecciones urinarias, afecciones de la vesícula o trastornos circulatorios. Sin embargo, es fundamental realizar un seguimiento médico oportuno.
Cuando una enfermedad renal se detecta a tiempo, es posible controlarla con un plan de alimentación adecuado. La dieta renal consiste en reducir el consumo de sal, grasas y ciertos alimentos y bebidas que puedan afectar la función renal.
En términos generales, se recomienda disminuir la ingesta de proteínas, aumentar el consumo de frutas y verduras, y moderar el consumo de productos lácteos.
Las enfermedades renales agudas afectan con mayor frecuencia a personas en situación de vulnerabilidad, ya que los ingresos limitados pueden dificultar el acceso a una alimentación saludable. Además, los tratamientos para las afecciones renales suelen ser costosos, lo que representa una barrera para muchas familias.
El Día Mundial del Riñón también busca sensibilizar a los responsables de políticas públicas para que fortalezcan los sistemas de salud y garanticen el acceso a tratamientos adecuados para todos los pacientes con enfermedades renales.