
Cada 8 de junio se conmemora el Día Mundial de los Océanos, una efeméride instaurada por la Organización de las Naciones Unidas con el propósito de destacar el papel fundamental que desempeñan los océanos para el equilibrio del planeta.
Los océanos actúan como el pulmón del mundo, ya que producen gran parte del oxígeno que respiramos. Además, en sus aguas se encuentra la mayor concentración de biodiversidad del planeta, albergando miles de especies que conforman complejos ecosistemas marinos.
Actualmente, cerca del 90% de las grandes especies de peces han disminuido drásticamente y la mitad de los arrecifes de coral están destruidos, lo que revela que estamos extrayendo más de lo que los océanos pueden regenerar. Es urgente redefinir nuestra relación con el mar, restaurando su salud y sostenibilidad.
El lema de este año, “Despertar nuevas profundidades”, forma parte del Decenio de las Ciencias Oceánicas impulsado por la ONU. Ya no podemos seguir ignorando los daños. Es necesario actuar con urgencia y profundidad, ya que nuestras respuestas hasta ahora han sido superficiales.
Los océanos, que cubren gran parte de la superficie terrestre, son extensiones de agua salada que resguardan ecosistemas marinos vitales para la existencia del ser humano y el equilibrio ambiental. Son fuente de vida, sustento y protección para millones de especies y personas.
Estas vastas masas de agua juegan un papel clave en el funcionamiento del planeta. En ellas ocurren fenómenos naturales que pueden incidir directamente en las condiciones climáticas y afectar a comunidades costeras. Su salud es directamente proporcional a la del planeta.
Los océanos son pilares fundamentales para la vida en la Tierra. No solo regulan el clima y producen oxígeno, sino que también son fuente de alimento, recursos energéticos como petróleo y gas, metales valiosos y espacio para actividades comerciales y económicas.
Sin embargo, la actividad humana ha causado un deterioro progresivo de los mares. Miles de especies marinas y vegetales desaparecen cada año por la contaminación provocada por residuos y sustancias tóxicas vertidas en el agua. Aunque algunos países han implementado políticas de protección, estas aún son insuficientes para detener el daño a los ecosistemas marinos.
El cambio climático, provocado por la quema de combustibles fósiles, ha alterado gravemente el equilibrio térmico del planeta. El aumento global de las temperaturas está elevando el nivel del mar, fundiendo los glaciares y modificando la salinidad del agua.
Estos cambios afectan la estabilidad de los océanos y pueden derivar en fenómenos extremos como tormentas intensas, inundaciones masivas y otras catástrofes que amenazan tanto al medio ambiente como a las poblaciones humanas.