
En 2003, la Asamblea General de las Naciones Unidas resolvió conmemorar el Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo, con el propósito de fomentar la diversidad, el diálogo, la inclusión y la cooperación entre culturas.
La diversidad cultural se manifiesta en múltiples formas: creencias religiosas, música, lenguajes, arte, trabajo y todas las actividades humanas.
Todo lo que hacemos refleja nuestra cultura como comunidad, sociedad o nación.
Estas características no solo son hermosas, sino que también enriquecen nuestra vida espiritual, moral, afectiva e intelectual.
Además, la diversidad contribuye a la reducción de la pobreza y es una fuerza esencial para lograr el desarrollo social y económico.
La innovación, creatividad y aceptación que trae consigo nos permite crecer en todos los aspectos. La falta de estas cualidades genera conflictos que amenazan nuestro bienestar y dignidad como seres humanos.
En 2001, la UNESCO reconoció la importancia de la diversidad cultural y su manifestación, considerándola tan esencial para la humanidad como la diversidad biológica para los organismos vivos.
La diversidad es un patrimonio común que debemos reconocer y fortalecer, especialmente en sociedades diversas que deben convivir, participar, intercambiar y garantizar el pluralismo.
Respetar a los demás y su cultura es respetar las libertades y derechos humanos. Todos tenemos el derecho de expresar, crear y difundir nuestras obras en nuestro idioma y de participar en la cultura que tenemos o hemos escogido.
En otras palabras, todos somos parte de este mundo y debemos aceptarnos.
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