
Cada 30 de agosto, desde el 2011, se recuerda el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, fecha instaurada por la ONU con el fin de revisar la situación mundial de este problema. En esta jornada, la Comisión de Derechos Humanos analiza el número de desapariciones registradas durante el año, las compara con periodos anteriores y evalúa si la problemática ha aumentado, disminuido o permanece igual.
Lejos de adoptar un papel meramente observador, la ONU busca promover soluciones y coordinar esfuerzos con los gobiernos de los países donde este tipo de crímenes ocurren con mayor frecuencia. El propósito central de esta conmemoración es visibilizar las desapariciones forzadas y abrir el camino hacia estrategias que permitan erradicarlas.
De acuerdo con el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, se considera desaparición forzada cuando una persona es arrestada, detenida o trasladada contra su voluntad por agentes del Estado, grupos armados u otros actores que actúan con apoyo, autorización o consentimiento de autoridades, y posteriormente se niega a informar sobre su paradero o a reconocer su privación de libertad, dejándola fuera de la protección de la ley.
En términos generales, estas acciones suelen tener motivaciones políticas y vulneran de manera directa los derechos humanos fundamentales de las víctimas.
En Europa, España encabeza la lista de países con mayor número de fosas comunes de desaparecidos durante la dictadura franquista, con una cifra aproximada de 114,226 cuerpos localizados en distintas zonas del país. A nivel global, ocupa el segundo lugar después de Camboya, donde se calcula que cerca de un millón de personas desaparecieron.
Recordar el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas es una forma de rendir tributo a quienes fueron privados de su libertad y a sus familias, que siguen buscando justicia. También constituye un llamado a la ciudadanía mundial para exigir el fin de estos crímenes y la garantía de derechos fundamentales, especialmente el derecho a la libertad, el primero que se quebranta con estos actos.