
Una histórica ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos se llevó a cabo este viernes 26 de julio en París, Francia.
No en vano esta ciudad tuvo que esperar 100 años para volver a recibir al fuego olímpico y le dio una espectacular bienvenida.
La Ceremonia de Inauguración de los Juegos en París hizo historia al ser la primera en llevarse a cabo fuera de un estadio en las XXXIII ediciones. El Río Sena fue el escenario donde desfilaron las 206 delegaciones y más de 10 mil 500 atletas que competirán hasta el 11 de agosto.
El evento comenzó con Zinedine Zidane, exfutbolista francés, portando la antorcha olímpica ante la presencia del presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el presidente del COI, Thomas Bach. Grecia, como es tradición, fue la primera nación en desfilar, seguida del Equipo de Refugiados.
Durante la ceremonia, hubo diversas pausas para espectáculos, destacando la actuación de Lady Gaga y la presentación de Aya Nakamura junto a 400 bailarines a lo largo del Río Sena. También se rindieron homenajes a figuras francesas como Alice Milliat, Louise Michel y Paulette Nardal, con “La Marsellesa” interpretada por Axelle Saint-Cirel.
Al final de la ceremonia un gran globo espectacular fue el pebetero olímpico.
Los últimos encargados de encender el pebetero fueron la exatleta y triple campeona olímpica Marie-José Perec, y el judoca Teddy Riner, quien también ha ganado tres medallas de oro.
En las etapas finales del relevo, participaron figuras legendarias del deporte. El exfutbolista Zinedine Zidane inició la última ronda al entregar la llama a Rafa Nadal, marcando un momento histórico para el deporte español. Nadal luego pasó la antorcha al exvelocista estadounidense Carl Lewis, quien la entregó a otra leyenda del tenis, Serena Williams. A continuación, el relevo fue tomado por dos destacados deportistas franceses: la extenista Amélie Mauresmo y la estrella de la NBA y del baloncesto francés, Tony Parker.
Para concluir la ceremonia, llegó el momento más conmovedor de la jornada.
La cantante Celin Dion cautivó al mundo con su interpretación de “L’hymne à L’Amour” de Edith Piaf, en su idioma original. Cuatro años después, su voz volvió a resonar en público.
El escenario no podía ser más idóneo, como salido de un cuento de hadas o una novela romántica. Al pie de la Torre Eiffel y ante los ojos de todo el planeta. Y con el inigualable caudal de su voz. Unos minutos que recompensaron tantos años de sufrimiento y que la colocaron en un lugar privilegiado en la historia de los grandes espectáculos musicales relacionados con el deporte.

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