
El científico Ross Fellowes afirmó haber descifrado la causa de la “maldición del faraón” que, según se cree, provocó la muerte de más de 20 personas que abrieron la tumba del faraón Tutankamón en 1922.
Sugiere que la «maldición del faraón» podría haber sido resultado de la exposición a radiación proveniente de elementos naturales como el uranio y desechos tóxicos colocados dentro de la bóveda sellada.
Este hallazgo podría explicar cómo la exposición a estas sustancias pudo haber causado diversos tipos de cáncer, incluido el que acabó con la vida del arqueólogo Howard Carter, quien fue la primera persona en ingresar a la tumba hace más de un siglo.
Además, Fellowes argumenta que la tumba estaba «maldita» de manera deliberada y biológica, no sobrenaturalmente como se creía anteriormente.
Las muertes posteriores de personas que participaron en la excavación, incluidas Howard Carter y Lord Carnarvon, también se vinculan con posibles efectos del envenenamiento por radiación.
Además, se han documentado altos niveles de radiación en otras tumbas del antiguo Egipto, lo que respalda la hipótesis de Fellowes.
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