
Uno de los aspectos más destacados del liderazgo de Francisco en estos 12 años ha sido su esfuerzo por modernizar y reformar la Iglesia católica. Desde su llegada al Vaticano, ha promovido una visión pastoral basada en la inclusión y la descentralización.
Entre sus principales reformas figuran la transparencia financiera, el fortalecimiento del papel de los laicos y las mujeres en la Iglesia, el apoyo a los fieles divorciados que han vuelto a casarse y la lucha contra la pederastia clerical. No obstante, estos cambios han encontrado fuerte resistencia dentro de la institución.
Uno de los episodios más polémicos de su papado tuvo lugar a finales de 2023, cuando autorizó la bendición de parejas del mismo sexo, decisión que generó rechazo en sectores conservadores, especialmente en África.
A pesar de los avances, varios de sus proyectos permanecen pendientes. Su gran apuesta, el sínodo sobre el futuro de la Iglesia, ha sido un hito al incluir la participación de laicos y mujeres. Sin embargo, temas cruciales, como la posible ordenación de diaconisas, quedaron sin resolver y fueron derivados a grupos de trabajo, cuyas conclusiones se presentarán en junio.
El estado de salud de Francisco no solo influye en su continuidad en el cargo, sino también en el futuro de la Iglesia. Aunque ha manifestado su intención de seguir adelante, el desgaste físico podría limitar su capacidad de liderazgo en un momento crucial.
Si su situación se agrava, la posibilidad de una renuncia se convertiría en un tema clave. Sin embargo, su dimisión implicaría un proceso de transición complejo en el Vaticano, con la convocatoria de un cónclave para elegir a su sucesor en un contexto de tensiones internas.
Por ahora, el papa Francisco continúa su recuperación, mientras el mundo católico sigue de cerca su evolución.