
Cada 3 de abril se conmemora el Día Mundial del Arcoíris, una fecha dedicada a destacar este impresionante y hermoso fenómeno natural. Su formación ocurre cuando la luz del sol atraviesa las gotas de lluvia con un ángulo de 42 grados, generando un resplandor multicolor en el cielo.
Los arcoíris son fenómenos tanto ópticos como meteorológicos, originados por la descomposición de la luz solar debido a la refracción. Como resultado, se genera un arco luminoso de intensos colores que puede apreciarse en distintos lugares del mundo, causando asombro y admiración en quienes lo contemplan.
Aunque este fenómeno es frecuente y puede observarse cuando llueve mientras el sol brilla, hay algunas particularidades interesantes que quizá no conocías:
Más colores de los que percibimos: Aunque comúnmente se identifican siete colores en el arcoíris, estudios indican que el espectro es aún más amplio, incluyendo tonalidades que el ojo humano no puede distinguir.
No tienen un inicio ni un final definido: Es imposible determinar con precisión el tamaño o la ubicación exacta de un arcoíris, ya que su apariencia varía según la posición del observador.
No aparecen al mediodía: Para que se forme un arcoíris, el sol debe estar ubicado a menos de 42 grados sobre el horizonte, lo que impide que se genere en las horas centrales del día.
También pueden verse de noche: Aunque poco común, es posible presenciar un arcoíris nocturno cuando la luz de la luna llena se refleja en las gotas de lluvia, creando un espectáculo sorprendente.
Los llamados «arcoíris atrapados» son una manifestación óptica en la que, desde ciertos ángulos, una cámara puede capturar un arcoíris de forma circular completa. En algunos casos, estos parecen quedar confinados en una zona específica, como un cuerpo de agua o una parte del paisaje.
Investigaciones recientes han demostrado que este fenómeno podría tener aplicaciones científicas innovadoras. Se ha desarrollado un sensor basado en este principio, útil para probar tecnologías de invisibilidad y con potencial en la biomedicina. Además, se prevé que pueda beneficiar el ámbito de las comunicaciones y otros sectores tecnológicos. Según estudios publicados en el New Journal of Physics, estos descubrimientos podrían en el futuro permitir que objetos y personas sean imperceptibles a simple vista.
Los estudios de Isaac Newton fueron fundamentales para comprender la formación de los arcoíris. A través de experimentos con un prisma de cristal en un espacio oscuro, donde la luz solar ingresaba por una pequeña abertura, el científico observó cómo la luz se descomponía en un espectro de colores sobre una pared. Su ingenio permitió explicar este asombroso fenómeno natural y ampliar nuestro conocimiento sobre la óptica.