
Aunque muchos piensan que la realeza británica vive de recursos ilimitados, en realidad sus miembros suelen diversificar sus ingresos a través de proyectos personales, marcas y negocios. En esta ocasión, el protagonista de un curioso emprendimiento es el rey Carlos III de Inglaterra, quien ha decidido llevar su amor por los animales al terreno empresarial.
En años recientes, figuras como Meghan Markle han incursionado en los negocios —con su marca de estilo de vida As Ever, que incluye vinos, mermeladas y tés—, y antes, la reina Isabel II transformó propiedades como Sandringham Estate y Balmoral Estate en fuentes de ingresos gracias a la agricultura, la ganadería y el turismo.
Siguiendo ese ejemplo, Carlos III ha debutado en el mundo de la alimentación gourmet para mascotas con Royal Dog Treats, una exclusiva línea de galletas para perros elaboradas artesanalmente en la cocina del castillo de Balmoral, Escocia. Fiel amante de los animales y dueño de tres perros —Bluebell, Moley y Snuff— junto a la reina Camilla, el monarca continúa la tradición familiar heredada de su madre y sus célebres corgis.
Las galletas están hechas con ingredientes 100% naturales como harina integral, huevo y caldo de pollo, y se presentan con el eslogan: “Hechos con cariño en pequeñas cantidades para tu príncipe o princesa de cuatro patas”. Cada bolsa de 75 gramos se vende a 5 libras (unos 6,75 dólares) y puede adquirirse en la tienda en línea oficial de Balmoral con envíos internacionales. Además, en otras residencias reales como Sandringham se ofrecen accesorios y ropa para mascotas bajo la marca Happy Hound, incluyendo elegantes abrigos de tweed.
Este proyecto se suma a las múltiples facetas de Carlos III, quien también pinta, escribe, cría ganado, practica apicultura, produce whisky y ginebra, y hasta ha participado en series de televisión. Más allá del beneficio económico, el rey ha defendido por décadas la producción artesanal y sostenible, valores que se reflejan en esta nueva iniciativa.Con Royal Dog Treats, el monarca no solo amplía su legado empresarial, sino que reafirma el vínculo emocional de la realeza con el público, mostrando que detrás de la corona hay un dueño más que comparte el cariño por sus fieles compañeros de cuatro patas.