
En tan solo cuatro estados de México, la actual sequía ha ocasionado la muerte o sacrificio de más de 156 mil cabezas de ganado debido a la escasez de agua y alimento para mantenerlas.
Los estados más golpeados por esta situación son Chihuahua, Sonora, Tamaulipas y Aguascalientes, así como Jalisco, Durango y Veracruz, donde los productores han tenido que reducir sus hatos ganaderos, cerrar ranchos o incluso migrar hacia Estados Unidos.
La falta de respaldo gubernamental se hace evidente, especialmente porque los programas de apoyo a los ganaderos, como la construcción y rehabilitación de abrevaderos, han desaparecido.
Estos programas solían ser vitales para almacenar agua de lluvia y garantizar la supervivencia del ganado.
La industria ganadera, que contribuye significativamente al Producto Interno Bruto (PIB) del país, enfrenta además el desafío de su alta huella hídrica. Cada kilo de carne requiere más de 15 mil litros de agua para su producción, transporte y comercialización.
Ante esta crisis, se hace urgente implementar estrategias para mejorar la gestión del agua en la ganadería, como el uso de tecnologías avanzadas para optimizar recursos hídricos, promover forrajes alternativos con menor consumo de agua y reciclar agua en las unidades pecuarias.
Además, se requieren políticas públicas que incentiven prácticas de economía circular en la ganadería para garantizar la sostenibilidad ambiental y el acceso equitativo al agua para todos los mexicanos.
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