
Las corrientes oceánicas, el sistema circulatorio de nuestro planeta, desempeñan un papel vital en el clima global.
La AMOC, responsabilidad de distribuir calor y sal en el Atlántico, ha sido reconocida como una fuerza atmosférica crucial. Sin embargo, datos a lo largo de las décadas revelan una desaceleración constante, planteando la seria amenaza de un colapso inminente.
El funcionamiento termohalino de la AMOC, esencial para el equilibrio climático, enfrenta desafíos significativos debido al calentamiento global.
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El aumento de temperaturas oceánicas y el deshielo en Groenlandia aportan grandes cantidades de agua dulce, perturbando el equilibrio de esta cinta transportadora oceánica.
Un reciente estudio de la Universidad de Utrecht, en Países Bajos, confirma que la AMOC está en su estado más débil en más de mil años, destacando señales de alerta temprana sobre su posible colapso.
Mediante modelos físicos y simulaciones computacionales, los científicos predicen un colapso realista, incluso en este siglo.
Las repercusiones a nivel planetario serían notables, desde el brusco enfriamiento de Europa hasta alteraciones en los patrones climáticos globales.
La AMOC, lejos de ser una preocupación teórica, representa un cambio dramático con consecuencias sustanciales para el clima de nuestro planeta.