Cada 5 de diciembre se conmemora el Día Mundial del Suelo, una fecha creada para sensibilizar sobre la necesidad de mantener este recurso en condiciones óptimas y promover su uso sostenible. El objetivo es motivar a la población a reflexionar sobre cómo tratamos el suelo, tanto en actividades agrícolas como en nuestra vida diaria.
Aunque no lo vemos, bajo nuestros pies existe una enorme diversidad biológica. La idea de dedicar un día internacional al suelo surgió en 2002, cuando la Unión Internacional de Ciencias del Suelo propuso establecer esta celebración. La iniciativa fue retomada más tarde por Tailandia y respaldada por la FAO dentro de la Alianza Mundial por el Suelo. Finalmente, en 2013 la Asamblea General de la ONU aprobó la propuesta, y 2014 marcó la primera edición oficial.
Para 2025, la jornada pone el foco en los espacios urbanos con el lema “Suelos sanos para ciudades saludables”. Aunque solemos relacionar el suelo con el campo, en zonas urbanas también es fundamental: cuando es permeable y contiene vegetación ayuda a regular la temperatura, captar agua de lluvia, almacenar carbono y mejorar la calidad del aire.
Sin embargo, la pavimentación excesiva elimina estos beneficios y hace a las ciudades más vulnerables a fenómenos como inundaciones, olas de calor y contaminación. La fecha busca incentivar que gobiernos y ciudadanía reconsideren la forma en que se planean las ciudades, priorizando suelos más verdes y resilientes.
En años anteriores, los temas han abordado diferentes problemáticas. En 2024, el mensaje se centró en la necesidad de medir, monitorear y gestionar el suelo adecuadamente, destacando la importancia de contar con información precisa para garantizar la seguridad alimentaria del planeta.
Esto es esencial, ya que más del 95% de los alimentos provienen del suelo, además de suministrar la mayoría de los elementos químicos indispensables para el crecimiento de las plantas. Para evitar su deterioro es necesario implementar prácticas sostenibles como la labranza mínima, la rotación de cultivos, el uso de materia orgánica y los cultivos de cobertura.
Aunque la erosión natural es inevitable, las prácticas humanas como el sobrepastoreo, la agricultura intensiva y la deforestación aceleran de forma alarmante la pérdida de suelos fértiles. Si esta tendencia continúa, para 2050 hasta el 90% de los suelos del planeta podrían estar degradados.
Esta degradación no solo afecta la capacidad de producir alimentos, sino también la estabilidad de los ecosistemas y la disponibilidad de agua dulce. Suelos sanos retienen agua y nutrientes; cuando se degradan, pierden esta capacidad y generan problemas en cadena, como ríos obstruidos, menor biodiversidad y escasez de agua.
Proteger el suelo es fundamental para garantizar el futuro del planeta. En esta fecha, se invita a todas las personas a informarse, compartir contenido relevante y sumarse a la conversación global para reconocer el valor de este recurso indispensable.