
La Organización Mundial del Turismo (OMT) instituyó en 1979 el 27 de septiembre como Día Mundial del Turismo, recordando así la aprobación de sus Estatutos. La fecha se estableció en Torremolinos, España, y se eligió porque marca el final de la temporada veraniega en el norte del planeta y el inicio de la temporada en el sur.
Viajar se ha convertido en una aspiración global. Millones de personas buscan conocer otras culturas, explorar paisajes únicos y vivir nuevas experiencias. Este crecimiento ha sido exponencial: de 25 millones de desplazamientos internacionales en 1950 se ha pasado a más de 1,300 millones, y de 2,000 millones de dólares en ingresos a más de un billón.
Entre las razones que explican este fenómeno están la generalización de las vacaciones laborales, la expansión de la clase media, los precios más accesibles del transporte y el papel de la tecnología, que facilita información y acceso a destinos. Esto ha originado una amplia diversificación del sector turístico, que incluye desde viajes de aventura hasta experiencias de relajación o fotografía.
Sin embargo, el turismo masivo también genera inconvenientes: ciudades sobrecargadas, deterioro ambiental, conflictos con comunidades locales y problemas derivados de prácticas irresponsables como el turismo de excesos. Estos retos han llevado a promover un modelo más sostenible, que preserve el patrimonio natural y cultural y contribuya al bienestar económico y social.
El turismo, además, está directamente vinculado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, particularmente los relacionados con el trabajo digno, el consumo responsable y la protección de los océanos. Con este fin, en 2017 se designó el Año Internacional del Turismo Sostenible, con el objetivo de concientizar sobre la importancia del sector para el desarrollo y el entendimiento entre culturas.