
A 40 años del terremoto de 1985, la UNAM y su comunidad universitaria recuerdan la respuesta solidaria y científica que marcó un punto de inflexión en el estudio de los sismos en México.
Con el rector Jorge Carpizo, estudiantes, académicos y trabajadores participaron en rescates, atención médica y psicológica, evaluación de daños y apoyo logístico. En la Facultad de Psicología, encabezados por Benjamín Domínguez, se pusieron en marcha métodos innovadores para medir niveles de estrés, sentando bases para la atención del síndrome de estrés postraumático en desastres.
En ingeniería, el Comité Asesor en Seguridad Estructural, dirigido por Luis Esteva y Roberto Melli, emitió normas de emergencia que transformaron la regulación de la construcción.
Experiencias compartidas con especialistas internacionales dieron origen a investigaciones conjuntas y a equipos de simulación sísmica que fortalecieron la prevención y el diseño estructural en México.
Para la sismología, el evento reveló carencias en tecnología y personal, pero también abrió paso al fortalecimiento de la red de sismógrafos, a la formación de nuevas generaciones y a una colaboración más estrecha entre institutos.
Como señaló Sri Krishna Singh, el sismo de 1985 marcó un antes y un después en la comprensión de los movimientos telúricos y en el desarrollo científico del país.