
La Cumbre del Tigre, celebrada en Rusia en 2010 —coincidiendo con el Año del Tigre en el calendario chino—, fue el escenario donde se instauró el 29 de julio como el Día Internacional del Tigre.
La propuesta fue impulsada por el entonces primer ministro de Rusia, hoy presidente, Vladimir Putin, quien convocó a representantes de las 13 naciones que aún albergan tigres en libertad.
Los países que suscribieron el acuerdo fueron: Bangladesh, Bután, China, India, Indonesia, Camboya, Laos, Malasia, Myanmar, Nepal, Tailandia, Vietnam y Rusia.
Gracias a esta alianza internacional, en 2016 se reportó un aumento en la población global de tigres: de 3,200 ejemplares en 2010 se pasó a 3,890, un avance significativo para los esfuerzos de conservación del medio ambiente y del hábitat natural de esta especie.
El tigre es un emblema de fuerza, poder y belleza silvestre, pero enfrenta una amenaza crítica: su población ha disminuido en más del 95 % durante el último siglo. De las nueve subespecies originales, tres ya se han extinguido (el tigre de Java, el de Bali y el del Caspio). Actualmente, solo quedan unos 4,000 tigres en vida silvestre, distribuidos en áreas reducidas de Asia, principalmente en países como India, Nepal, Bután, Rusia, China, Tailandia e Indonesia.
El objetivo de esta conmemoración es generar conciencia sobre la relevancia ecológica de los tigres, combatir la caza ilegal y el tráfico de especies, restaurar sus hábitats naturales y promover la cooperación internacional en su protección.
El mayor riesgo que enfrentan estos grandes felinos proviene de la acción humana. Entre las amenazas más graves se encuentran:
Tráfico ilegal: En algunas culturas asiáticas, se atribuyen propiedades curativas o fortalecedoras a partes del cuerpo del tigre, especialmente en la medicina tradicional. Además, su piel es muy codiciada en la industria de la moda y la decoración, lo que convierte a los tigres en un blanco lucrativo para los cazadores furtivos.
Pérdida de hábitat: Los tigres requieren grandes territorios para cazar y vivir. La expansión urbana ha fragmentado sus espacios naturales, generando enfrentamientos entre machos por el territorio, que a menudo acaban en muerte. El cambio climático también ha afectado sus hábitats: en años recientes, cuatro islas donde vivían estos felinos quedaron sumergidas debido al aumento del nivel del mar.
Conflictos con el pastoreo: La reducción de sus áreas naturales obliga a los tigres a acercarse a zonas habitadas en busca de alimento. Esto ha provocado ataques a ganado e incluso a personas, y en muchos casos, la respuesta ha sido darles caza en lugar de trasladarlos a refugios seguros.
Minería ilegal: La explotación clandestina de tierras que forman parte del territorio natural de los tigres interrumpe su vida y provoca enfrentamientos. Los mineros suelen matar a los tigres para evitar ser detectados o atacados, priorizando sus actividades ilegales sobre la conservación de la especie.
A pesar de estas amenazas, hay una nota positiva: los tigres pueden reproducirse exitosamente en cautiverio, lo que representa una esperanza para evitar su extinción total. Aunque ya se han perdido tres de las nueve subespecies conocidas, esta capacidad de reproducción en entornos controlados ofrece una oportunidad para preservar a estos majestuosos animales.