
Acciones cotidianas como revisar el celular por la mañana, utilizar asistentes virtuales, encender bocinas para escuchar música o preparar dispositivos como computadoras y tabletas para trabajar forman parte de la rutina diaria. Sin embargo, muchos de estos aparatos contienen materiales que, al desecharse de forma inadecuada, dañan el entorno natural. Por ello, el reciclaje de estos equipos es fundamental.
Heberto Ferreira Medina, responsable del área de Telecomunicaciones del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM en Morelia, advierte que gran parte de la población ignora cómo desechar correctamente estos aparatos. “Cuando un dispositivo deja de servir, muchas personas simplemente lo tiran a la basura, lo que inicia el proceso de contaminación”, explicó.
Los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, conocidos como RAEE o basura electrónica, se dividen en seis grupos:
1. Equipos de refrigeración y aire acondicionado.
2. Pantallas y monitores.
3. Lámparas.
4. Electrodomésticos grandes (como estufas y lavadoras).
5. Pequeños aparatos (como tostadoras o microondas).
6. Equipos de cómputo y telecomunicaciones (celulares, laptops, tabletas).
Ferreira señaló que el hábito de cambiar de celular cada dos o tres años, impulsado por las tendencias de consumo, contribuye al deterioro ambiental. Además, muchos de estos residuos terminan en tiraderos a cielo abierto, donde al contacto con el sol, la lluvia y la contaminación, comienzan a descomponerse y generan lixiviados: líquidos tóxicos que resultan de la mezcla de desechos orgánicos, restos de envases, solventes y otros materiales.
A nivel global, China lidera la generación de basura electrónica con 12 mil millones de kilogramos, seguido por Estados Unidos (7,200 millones) e India (4,100 millones). México se ubica en la décima posición mundial y es el tercer país con más producción de RAEE en América, con 1,500 millones de kilogramos.
“Si consideramos que cada habitante del país genera en promedio 12 kilogramos al año, en 2025 podríamos alcanzar los 1.5 millones de toneladas. Para visualizarlo, eso equivaldría a llenar entre cinco y seis veces el Estadio Azteca”, ilustró Ferreira Medina.
El experto concluye que, para afrontar esta problemática, es indispensable establecer un manejo adecuado de los residuos electrónicos. No obstante, el país carece de una legislación moderna y eficaz. “Actualmente sólo contamos con la NOM-161-SEMARNAT-2011, que clasifica ciertos componentes electrónicos como residuos peligrosos, pero ya no resulta suficiente ni se aplica como debería”, recalcó.