
Cada 12 de marzo se conmemora el Día Mundial del Glaucoma, un conjunto de aproximadamente 60 enfermedades oculares que pueden provocar ceguera debido al deterioro progresivo del nervio óptico.
En la actualidad, el glaucoma representa la segunda causa más común de ceguera a nivel global. Se calcula que afecta a cerca de 60 millones de personas, y que para el año 2020, esta cifra habría aumentado en 10 millones más.
Aunque no tiene cura, su detección precoz permite ralentizar su progreso, lo que ayuda a preservar la visión durante más tiempo, incluso hasta el final de la vida sin llegar a una pérdida total de la vista.
El glaucoma daña el nervio óptico, generalmente debido a la acumulación de líquido en la parte frontal del ojo, lo que eleva la presión ocular y afecta la función del nervio.
Este nervio es responsable de enviar las imágenes al cerebro, y el aumento de la presión intraocular va deteriorando progresivamente sus fibras, causando un daño irreversible. La pérdida de visión dependerá del grado de afectación del nervio óptico.
Es la principal causa de ceguera en personas mayores de 60 años, aunque un diagnóstico y tratamiento oportunos pueden prevenir su avance.
Existen varios factores que pueden incrementar el riesgo de padecer glaucoma, como antecedentes familiares, diabetes, tabaquismo, miopía, hipermetropía, uso prolongado de corticoides, exposición al sol y, especialmente, la edad.
Si bien puede manifestarse en cualquier etapa de la vida, el envejecimiento es uno de los principales factores de riesgo.
Muchos tipos de glaucoma no presentan síntomas en sus fases iniciales, y su progresión suele ser tan lenta que los cambios en la visión pueden pasar desapercibidos hasta que la enfermedad ya está avanzada.
Si no se detecta y trata a tiempo, el glaucoma puede causar la pérdida de la visión periférica y, en casos extremos, ceguera total.
El diagnóstico temprano es clave para reducir su impacto en la visión. Las personas con glaucoma deben someterse a controles oftalmológicos periódicos, ya que la enfermedad puede avanzar sin que el paciente lo note.
Los exámenes oftalmológicos regulares, que incluyan la medición de la presión intraocular, son esenciales para detectar el glaucoma a tiempo y aplicar un tratamiento adecuado. Aunque no se puede revertir el daño, un diagnóstico oportuno puede ayudar a frenar su progresión y evitar la pérdida total de la visión. Sin embargo, el tratamiento suele ser necesario de por vida.