
Cada 2 de febrero, México celebra de manera especial el Día de la Virgen de la Candelaria, conmemorando la Presentación de Jesús en el Templo y la Purificación de la Virgen María tras el parto. A lo largo del país, esta festividad refleja la profunda devoción del pueblo mexicano a través de diversas tradiciones.
De acuerdo con la antigua costumbre del pueblo de Israel, los primogénitos debían ser presentados en el Templo de Jerusalén 40 días después de su nacimiento. Esta práctica se mantiene en la tradición cristiana con la Presentación del Señor.
En México, las familias que colocaron un pesebre durante la Navidad llevan a cabo una celebración adicional el 2 de febrero. En esta ocasión, visten al Niño Dios con ropa especial y lo llevan a la iglesia para ser presentado y bendecido.
Cuando un santuario está dedicado a la Virgen de la Candelaria o a la Purificación de María, la festividad adquiere mayor relevancia y se convierte en una celebración patronal. Un claro ejemplo es Jalisco, donde miles de peregrinos acuden al Santuario de la Virgen de San Juan de los Lagos.
En Tlacotalpan, Veracruz, las procesiones en honor a la Virgen de la Candelaria son un evento destacado, haciendo de este municipio un punto emblemático de la festividad. Asimismo, en la Basílica de Nuestra Señora de la Candelaria en Xochimilco, al sur de la Ciudad de México, se lleva a cabo una procesión con el «Niñopan», una imagen del Niño Jesús muy venerada por la comunidad.
En algunos templos, durante esta celebración también se realiza la bendición de velas; los fieles llevan velas y cirios para que sean bendecidos, con la intención de encenderlos durante el año en momentos de necesidad.
¿Por qué comer tamales?
El 6 de enero, durante la Solemnidad de la Epifanía del Señor, es tradición partir la Rosca de Reyes, un pan que contiene en su interior una figurita del Niño Dios. Esto simboliza el momento en que María y José ocultaron al Niño Jesús para protegerlo de la orden de Herodes. Quienes encuentran la figura del Niño Dios en la rosca adquieren el compromiso de ofrecer tamales el 2 de febrero, en el Día de la Candelaria.
Consumir tamales en esta fecha es un antojo culinario. Al igual que muchas celebraciones en México, el Día de la Candelaria fusiona elementos de tradiciones prehispánicas y católicas. Mientras se conmemora la presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén, las culturas prehispánicas celebraban el inicio del año azteca en honor a Tláloc, Chalchiuhtlicue y Quetzalcóatl.
Desde tiempos antiguos, los tamales han sido parte de las ofrendas a los dioses, especialmente por estar hechos de maíz, el elemento con el que, según la mitología mesoamericana, los dioses crearon a los seres humanos. Si recuerdas el Popol Vuh, el texto sagrado de los mayas, en él se relata cómo, tras varios intentos fallidos de formar al hombre con distintos materiales, finalmente el maíz permitió darle vida.
Por esta razón, los tamales, acompañados de atole o chocolate, forman parte de las festividades del Día de la Candelaria. En esencia, representan una ofrenda, ya sea para el Niño Dios o para las deidades prehispánicas.
El tamal es un platillo que se encuentra en toda América Latina con distintos nombres. En México, el término proviene del náhuatl tamalli, que significa «envuelto», y se dice que es el país con mayor diversidad de tamales en el mundo.
Se trata de un alimento elaborado a base de maíz, con diversos rellenos, envuelto y cocido en hojas vegetales, que pueden ser de maíz, plátano, carrizo, chilaca o papatla.
Existen más de 500 variedades de tamales en México, entre ellos los Tlaconextamalli o tamales de ceniza, tamales de semilla de huazontle; tamales de frijol con rajas, de piña con rompope, de piñón con biznaga y dulces de cacahuate, los tamales oaxaqueños, etc.