
Hoy, 1 de febrero, se conmemora el Día Mundial del Galgo, fecha elegida debido a que marca el fin de la temporada de caza, período en el que numerosos galgos son abandonados o sacrificados. Esta jornada busca sensibilizar a la población sobre el maltrato que padecen estos animales y promover su adopción para brindarles una nueva oportunidad.
Se trata de una tragedia persistente y silenciada, una herida aún abierta en nuestra sociedad. Año tras año, el sufrimiento de los galgos continúa siendo alarmante, y los métodos de abandono y exterminio se vuelven cada vez más crueles. Aquellos que logran sobrevivir y son rescatados por protectoras llegan en condiciones cada vez más críticas, con secuelas físicas y emocionales irreparables.
Los abusos a los que son sometidos han alcanzado niveles estremecedores, desde desnutrición extrema, fracturas no tratadas y heridas infectadas hasta enfermedades graves y un profundo trauma psicológico.
Las leyes siguen favoreciendo a los cazadores, permitiéndoles, en el mejor de los casos, deshacerse de sus perros entregándolos, regalándolos o intercambiándolos como si fueran simples objetos, llegando incluso a ser ofrecidos en plataformas de compraventa como Milanuncios, Wallapop o Vinted, una realidad que resulta indignante.
Conocidos formalmente como Galgo Español, estos perros pertenecen a la antigua familia de los lebreles y presentan diferencias físicas notables con respecto a los galgos convencionales. En lugar de estar diseñados para alcanzar velocidades extremas, su constitución favorece más la agilidad y la resistencia.
En la actualidad, a menudo son considerados meras herramientas de caza desechables, aunque en el pasado gozaban de gran prestigio. Se caracterizan por su temperamento sereno y apacible, y disfrutan pasar largas horas descansando en un sofá cómodo. Sin embargo, cuando tienen la oportunidad, no dudan en correr con entusiasmo. A diferencia de los galgos, poseen mayor resistencia, lo que les permite mantener el ritmo por períodos más prolongados y realizar cambios de dirección con gran rapidez mientras corren.
En cuanto a su apariencia, pueden presentar la amplia variedad de colores típica de los lebreles, pero, a diferencia de los galgos, su pelaje puede ser tanto liso como áspero. Son una de las razas más encantadoras, afectuosas y nobles de su familia.