
Forzados a exhibir sus boletas, lo que impidió un voto secreto, 87 senadores de Morena, Partido Verde y Partido del Trabajo decidieron reelegir a Rosario Piedra como presidenta de la CNDH por otros cinco años, a pesar de las peticiones de organizaciones civiles, activistas e incluso de otros aspirantes para que no se llevara a cabo esta reelección. Esto sucedió pese a que en la evaluación interna, Piedra solo había obtenido un punto.
En la primera ronda de votación, con la asistencia de 127 senadores (ausente el panista Miguel Márquez), Rosario Piedra obtuvo 87 votos, logrando así la mayoría calificada. Nashieli Ramírez consiguió 36 votos y Paulina Hernández, uno; además, se anularon tres votos.
Alrededor de la 1:35 de la madrugada, Piedra asumió formalmente su cargo como presidenta de la CNDH para otro periodo de cinco años.
La senadora panista Verónica Rodríguez Hernández expresó su descontento, señalando que se ha vuelto habitual la simulación del oficialismo, cuestionando si la intención es apoyar a quien desea continuar en el cargo o evitar que otros asuman la presidencia de la CNDH.
Los senadores del PRI desplegaron una manta en la tribuna mostrando una tabla de evaluaciones de las comisiones de Justicia y Derechos Humanos, evidenciando que Rosario Piedra ocupó el último lugar, recibiendo solo un voto que provenía del oficialismo y, en contraste, 12 puntos fueron otorgados a Nashieli Ramírez.
Desde el partido MC, expresaron que es lamentable que el oficialismo insista en mantener en una posición tan importante a alguien que no defendió a las víctimas, sino que se dedicó a proteger al gobierno.
La presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, Celeste Ascencio, desligó a Piedra de la responsabilidad sobre una carta falsa de apoyo supuestamente firmada por el obispo Raúl Vera, explicando que esta no se consideró en el proceso por haberse entregado fuera de plazo.
La mañana comenzó con una reunión privada entre senadores de Morena, Verde y PT. Inicialmente, la mayoría se oponía a la reelección de Piedra, pero con el tiempo algunos senadores fueron convencidos de cambiar su voto en favor de su continuidad en el cargo.