
Hoy, 13 de agosto, se celebra el Día Internacional del Lobo, una fecha creada para concienciar a las personas sobre la importancia de proteger a esta especie, que ha sido fundamental para los ecosistemas durante milenios.
Existen dos especies de lobos: El lobo etíope, también conocido como Canis Simensis, una especie que solo cuenta con unos 500 ejemplares y habita en las montañas de Etiopía. La mayoría de los lobos en el mundo pertenecen a la especie llamada lobo gris o Canis Lupus, que incluye alrededor de 250,000 individuos distribuidos en unas 40 subespecies, presentes en el Hemisferio Norte.
Los lobos varían significativamente en tamaño. Las subespecies más pequeñas, que habitan en regiones desérticas del Medio Oriente, alcanzan unos 66 centímetros de altura y pesan menos de 20 kilogramos. En contraste, las subespecies más grandes se encuentran en el norte de Asia y América del Norte, con ejemplares que miden alrededor de 96 centímetros hasta los hombros y pueden pesar hasta 79 kilogramos, siendo los caninos salvajes más grandes de la familia.
Las manadas de lobos son dirigidas por un macho y una hembra alfa, los únicos que se reproducen dentro del grupo, donde se respeta una jerarquía estricta. Los lobos son animales muy sociables que suelen vivir y cazar en grupos de 6 a 7 individuos.
Los aullidos de los lobos son tan distintivos como las huellas dactilares en humanos, variando en tono. Los utilizan para diversas funciones, como indicar su ubicación, reunir a la manada, mostrar afecto o marcar territorio.
En los Estados Unidos continentales, los lobos estuvieron al borde de la extinción. Durante los primeros años de colonización, la expansión humana hacia el Oeste casi acabó con las poblaciones de venados, uapitíes y bisontes, presas habituales de los lobos. Al escasear su alimento natural, comenzaron a atacar el ganado, lo que los convirtió en el objetivo de cazadores y tramperos.
Para mediados de la década de 1930, los lobos habían sido prácticamente exterminados. Sin embargo, hacia finales del siglo XX, se implementaron políticas de conservación y programas para reintroducirlos en la vida salvaje, lo que permitió su recuperación.
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