Jóvenes palestinos recorrieron ayer las calles de Belén para inaugurar la primera Navidad festiva luego de dos años opacados por el conflicto en Gaza. Desde el ataque de Hamás a Israel en octubre de 2023, el ambiente navideño en la ciudad donde nació Jesucristo había sido sobrio y contenido.
Este año, sin embargo, la celebración regresó con fuerza en la ciudad de Cisjordania ocupada, en un contexto de frágil tregua en la Franja de Gaza, donde miles de personas aún enfrentan el invierno y la lluvia en campamentos improvisados.
En los últimos meses, los peregrinos cristianos comenzaron a volver paulatinamente a la ciudad santa. En la región, también se registraron festejos en Siria, donde comunidades cristianas adornaron con luces navideñas la Ciudad Vieja.
Personas de todas las edades se congregaron en la emblemática Plaza del Pesebre, mientras vecinos observaban desde los balcones del edificio municipal y entonaban villancicos. A un costado de la Iglesia de la Natividad, un gran árbol decorado en tonos rojos y dorados iluminó la escena. La basílica, del siglo IV, se levanta sobre la gruta donde la tradición cristiana sitúa el nacimiento de Jesús.
Durante el conflicto, el municipio redujo las actividades navideñas en solidaridad con Gaza. El alto al fuego mediado por Estados Unidos, vigente desde octubre, puso fin a los combates a gran escala, aunque muchas familias continúan viviendo entre carencias tras perder hogares y seres queridos.
El cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, llegó a Belén para presidir la tradicional misa de Gallo. “Necesitamos una Navidad llena de luz después de dos años de oscuridad”, afirmó. Tras visitar Gaza el fin de semana, describió la situación como “catastrófica”.
Con una economía fuertemente ligada al turismo, los habitantes de Belén confían en que el retorno de las festividades impulse nuevamente la llegada de visitantes. Para Ursula Whalen, procedente de Carolina del Norte, celebrar la Navidad en Belén representa “el sueño de toda una vida”.