Un tribunal de Francia sentenció este jueves a cadena perpetua a un anestesista hallado culpable de intoxicar de forma intencional a 30 pacientes, hechos que provocaron la muerte de 12 de ellos. El caso, que causó profunda conmoción tanto en el ámbito médico como en la sociedad francesa, fue resuelto tras un juicio de tres meses celebrado en Besanzón, al este del país, y cerró años de indagatorias sobre complicaciones clínicas atípicas registradas entre 2008 y 2017.
El sentenciado, Frédéric Péchier, de 53 años, se desempeñaba como anestesista en dos clínicas privadas de Besanzón cuando varios pacientes sufrieron paros cardíacos o hemorragias sin causa aparente durante cirugías consideradas de rutina. Doce personas fallecieron al no poder ser reanimadas, mientras que otras 18 lograron sobrevivir, aunque con secuelas graves.
La corte determinó que Péchier adulteró bolsas de perfusión anestésica con sustancias como potasio, anestésicos locales y adrenalina, con el objetivo de provocar paros cardíacos y otros efectos críticos. De acuerdo con la fiscalía, estas acciones buscaban poner en peligro a los pacientes atendidos por otros médicos y, en algunos casos, permitir que el acusado interviniera después para presentarse como salvador.
Durante la lectura del fallo en el Tribunal Penal del Doubs, la presidenta de la sala ordenó su encarcelamiento inmediato. Péchier, quien había enfrentado el proceso en libertad, escuchó la sentencia sin mostrar reacción visible, según reportes de la prensa local.
Los fiscales, que lo describieron como “uno de los criminales más notorios en la historia de Francia”, solicitaron la sanción más severa. Además de la cadena perpetua, el tribunal estableció que no podrá solicitar libertad condicional sino hasta después de 22 años y le prohibió de por vida ejercer la medicina.
Familiares de las víctimas expresaron emociones encontradas tras el veredicto. Delphine Ziegler, hija de una mujer de 74 años que murió en 2008 durante una cirugía de reemplazo de cadera, señaló que, aunque nada devolverá a sus seres queridos, “al menos existe una sensación de justicia” después de años de sufrimiento e incertidumbre.
A lo largo del proceso, Péchier sostuvo su inocencia. En su última comparecencia reiteró ante el tribunal: “No soy un envenenador”, y aseguró que siempre actuó conforme al juramento hipocrático, atribuyendo los incidentes a errores médicos o a circunstancias fortuitas.
No obstante, el tribunal desestimó esos argumentos al concluir que existía un patrón reiterado de eventos graves que coincidían con sus turnos de trabajo en las clínicas de Besanzón, lo que evidenció una conducta intencional. La investigación, iniciada en 2017 tras detectarse una bolsa de suero con niveles inusualmente altos de potasio, analizó más de 70 reportes de incidentes médicos severos y derivó en la acusación formal.
El fallo se inscribe además en una serie de procesos recientes contra profesionales de la salud en Francia. En mayo pasado, el excirujano Joël Le Scouarnec fue condenado a 20 años de prisión por abusar sexualmente o violar a cerca de 300 pacientes, en su mayoría menores, entre 1989 y 2014.